Cuando una relación
de pareja se consolida, el trato con la familia del otro/a es cada vez más
frecuente y adquiere más significación. Empezamos a formar parte también de la
familia de nuestra pareja.
Comenzar a formar
parte de una nueva familia no siempre es sencillo, no solamente para el recién
llegado, sino tampoco para el que recibe a un nuevo miembro.
Esto, generalmente
implica tener que compartir comidas, reuniones, celebraciones…y puede haber
diferencias, culturales, sociales o personales que dificulten estos primeros
acercamientos. Puede ayudar el pensar, desde un principio, en cómo nos gustaría a nosotros que fueran
tratadas las personas que queremos, es decir cómo queremos que nuestros
padres respeten a nuestra pareja y a la inversa. Y actuar nosotros mismos en
función de ello.
Para facilitar que
las relaciones con ambas familias sean más agradables es importante intentar entender todos los puntos de vista,
esto nos ayudará a expresar nuestras
necesidades sin dañar a nadie.
Ante cualquier
desacuerdo y si pensamos que no tienen razón, podemos hacerles saber que, aunque valoramos mucho su opinión, en
este tema no estamos de acuerdo y no
deseamos que intervengan, que preferimos manejar la situación y
solucionarlo en el ámbito privado de la pareja. Y agradecerles que respeten nuestra relación de pareja aunque no
compartan nuestras opiniones. Y pensar más en las cosas que nos unen que en
las que nos separan. Y esto vale tanto para nuestros propios padres, como para
los de nuestra pareja.
Si lo que nos molesta
es la actitud que la familia de nuestra pareja muestra hacia nosotros, podemos
hablarlo con nuestra pareja explicándole claramente cómo nos sentimos en la
situación concreta, sin criticar, ni
despreciar a su familia y dejar en manos de la pareja el tratar estas
actitudes con su familia.
Cuando una pareja
constituye su propia familia, todos tendrán que asumir que se inicia una nueva
etapa entre ellos. La pareja inicia una nueva historia independiente de sus
padres, y esta independencia puede ser también una fuente de conflictos con los
padres. A veces ocurre que uno o ambos miembros de la pareja tiene dificultades
para modificar el vínculo que ha mantenido hasta ese momento con su familia de
origen y les permite que continúen intervinendo e involucrándose en la toma de
decisiones y en la solución de los distintos problemas que puedan surgir en la
pareja y que deben ser afrontados y resueltos por la pareja.
Incluso cuando el
contacto con las respectivas familias no sea muy frecuente, siempre es
necesario respetar sus costumbres,
educación y estilo de vida, de la misma manera que las familias tendrán que
aceptar, entender y respetarte a ti, a tu nueva familia y a tu relación de
pareja.
Tener conflictos con
nuestras familias realmente causa malestar a todos y generalmente nadie quiere
que las cosas sean así, sencillamente es que no saben o no sabemos hacer las cosas de otro modo.
Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar
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