martes, 19 de enero de 2016

Adolescencia:"¿dónde está mi niñ@?!!"



Cada familia es distinta, pero son muchos los estudios que coinciden en afirmar que, con la llegada de la adolescencia, las relaciones familiares van a experimentar un incremento significativo de los conflictos y discusiones entre padres e hijos.

En esta etapa los jóvenes empiezan a ser más críticos con las normas familiares y empiezan a considerar que ciertas cuestiones dependen únicamente de una decisión personal propia y esta visión de las cosas puede no ser compartida por los padres.

En general, la mayoría de los enfrentamientos entre padres e hijos adolescentes giran alrededor de temas cotidianos tales como: las salidas y horarios de regreso a casa, forma y manera de entretenerse el adolescente, pasar las vacaciones con o sin la familia, las notas y/o el comportamiento en el colegio, los amigos y las relaciones afectivas, las formas de hablar, el uso del dinero o la elección de profesión y la preparación para un trabajo futuro.
En este video encontrareis un buen muestrario de algunos de ellos en clave de humor, tal vez os sintáis identificados.



En las familias donde hay hijos adolescentes los temas de independencia y control hay que re-negociarlos y los cambios evolutivos y las nuevas necesidades de los hijos requieren una re-organización de las normas de interacción y convivencia de toda la familia.

Si ya sabemos que los conflictos son inevitables, la forma cómo los afrontemos será lo que marcará la diferencia. Si aprendemos a gestionar bien este tipo de conflictos damos al adolescente la oportunidad de madurar, desarrollando nuevas capacidades y habilidades sociales como la capacidad de tomar decisiones, y de afrontar dificultades en el futro. Por el contrario una mala gestión del conflicto puede generar estrés, miedo o incluso violencia.

Es más útil asumir que estos conflictos son un proceso natural y necesario, potencialmente positivo. Lo que hará que un conflicto sea constructivo o destructivo serán los medios y las maneras que utilicemos para manejarlos.

En el tránsito entre la infancia y la edad adulta, la conquista de la autonomía del adolescente requiere un proceso de adaptación de todos los miembros de la familia. El hijo siente progresivamente la necesidad de ejercer control sobre ciertos ámbitos y fuerza a los padres a prescindir de su gobierno, esto obliga a un cambio en las interacciones y las normas de la familia para poder mantener a la vez, la continuidad de la familia y permitir el crecimiento de sus miembros.







Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar



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