Las personas que atraviesan
un proceso de separación, se ven en la situación de tener que tomar muchas
decisiones importantes, empezando por tener que plantearle a su pareja que la relación ha acabado, cómo hablarcon los hijos de la situación, buscar abogados...
En muchos casos tendrán que
enfrentar un juicio con su ex pareja y afrontar dificultades económicas, así
como la actitud y las reacciones de la familia extensa y los amigos.
Cada proceso de
separación es distinto y las personas que lo viven tienen que hacer frente a
muchas y diferentes situaciones que dependerán de cómo se produzca la situación,
del momento en que se produce la separación de hecho (antes, durante o después
de la ruptura) y por supuesto del tipo de relación de la pareja antes, durante
y después; la intensidad y la gravedad de los conflictos y los factores de
personalidad propios de cada uno.
Pero, en cualquier
caso, se producen muchos e importantes
cambios en sus vidas que pueden desembocar en problemas de adaptación y generar síntomas de malestar emocional, inseguridad, dudas y la posibilidad
de tomar decisiones equivocadas, impulsivas o precipitadas que finalmente van a
incrementar sus problemas y a aumentar el estrés al que están sometidos.
Teniendo en cuenta
todo lo anterior, las principales reacciones
y las consecuencias psicológicas más frecuentes que pueden experimentar las
personas que atraviesan un proceso de separación o divorcio son:
Ansiedad.
La ansiedad y toda la sintomatología que la acompaña es una de las reacciones
más frecuentes y comunes en estas situaciones, frente al aumento de las
situaciones estresantes a las que hay que enfrentarse.
Depresión. La pérdida de una persona tan significativa
en la vida, provoca sentimientos de tristeza, soledad, culpa, desesperanza,
pérdida de actividades gratificantes y desilusión respecto al futuro.
Baja autoestima. También
es común la sensación de falta de valía personal y la pérdida de autoestima,
especialmente en las separaciones conflictivas.
Inadaptación. Puede
ocurrir también que la persona se aísle y sienta una desgana generalizada que
le impida participar en actividades sociales, alterando las relaciones
familiares y sociales, dificultando encontrar o mantener un trabajo y
atravesando dificultades económicas.
Así pués, en
función de las diferentes características personales, familiares y sociales que
se den durante este proceso, pueden darse distintas consecuencias y reacciones
psicológicas en un continuo de menor a mayor gravedad y necesidad de
intervención. Desde personas que pueden necesitar una orientación sobre cómo
afrontar cuestiones previas a la separación hasta situaciones de especial
gravedad en los que la persona pueda llegar a aislarse socialmente y entrar en
una espiral de desgana, inactividad, y tristeza que aumente, al mismo tiempo,
los síntomas de malestar emocional.
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