Una pareja está
formada por dos personas distintas (evidentemente), y cada una de ellas aporta
a la relación su propia educación, sus creencias, actitudes y sus rasgos de
personalidad, así que es natural que aparezcan conflictos y dificultades en la
interacción y la convivencia.
Lo que va a
determinar que estos conflictos evolucionen hacia un resultado positivo o
negativo será el tipo de respuesta que se dé ante ellos.
Si conseguir dar una
respuesta adecuada es importante siempre, en el ámbito de una relación de
pareja es la clave tanto para prevenir, como para afrontar los problemas
conyugales.
Así, dependiendo de
la educación, las habilidades personales y la sensibilidad y concienciación
sobre el tema de cada uno, la manera de abordar los problemas que aparezcan en
la relación de pareja puede convertirse en una oportunidad para conocerse mejor y progresar juntos.
El acuerdo sobre el tipo de relación, el vínculo afectivo,
el compañerismo, la complicidad y la comunicación,
son la base sobre los que fundamentar la prevención de los problemas de pareja
teniendo en cuenta la complejidad de los problemas que pueden surgir y la
multitud de circunstancias que pueden acompañarlos.
El desarrollo de un
proyecto de vida compartida pasa necesariamente por el acuerdo sobre el tipo de
relación, que permita alimentar una actitud colaborativa en la pareja. El reto
es pasar de lo individual a lo compartido, sin abandonar lo individual e
integrando lo compartido como una riqueza y convertir la relación de pareja en
una oportunidad compartida de crecer como personas.
La dependencia es el
mayor peligro para que se establezca y permanezca sano el vínculo afectivo.
Para cultivar un vínculo sano y constructivo es necesario compaginar la
necesidad de pertenencia y apego con la autonomía personal y la responsabilidad,
evitando culpabilizar, reprochar, imponer, exigir, tener comportamientos
egocéntricos y actitudes defensivas.
El compañerismo y la
complicidad sustentan una relación satisfactoria de pareja compaginando lo
individual con lo compartido, compartiendo actividades cotidianas y proyectos
ilusionantes de futuro y contribuyen también a fortalecer el vínculo afectivo
generando seguridad y confianza.
El origen de muchos
conflictos está en la comunicación. En ocasiones, las discusiones interminables
en la pareja nos sugieren estilos de comunicación inadecuados o malestar por
conflictos en estado latente que no han sido adecuadamente abordados.
En la comunicación
tiene especial importancia la interpretación, las ideas previas, la
predisposición de cada uno, el contexto, que condicionan la forma de percibir
la información.
En la relación de
pareja, donde coinciden dos estilos personales se va definiendo un estilo
comunicativo y de relación que se va consolidado. Es aconsejable revisarlo,
para eliminar los elementos negativos y reforzar aquellos aspectos que
facilitan una comunicación eficaz.
Cuando los
problemas no se afrontan a tiempo para intentar resolverlos, las emociones
negativas crecen y se produce una inundación emocional que impide una
comunicación razonable y efectiva. Cuando esto ocurre la pareja puede entrar en
una dinámica destructiva que supone un gran sufrimiento para ambos. Incluso a
veces, ya no es cuestión de voluntad, simplemente no es posible encontrar la
solución solos. Si es tu caso, pide ayuda.
Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar
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