Muchas de las
dificultades a las que tienen que hacer frente las familias reconstruidas son
distintas de las dificultades que afrontan las familias nucleares. La novedad
de las situaciones que experimentan los miembros de la nueva familia junto con
el desconocimiento de cómo afrontarlas, puede ocasionarles frustración y
desánimo.
Las tasas de
separaciones y divorcios han aumentado progresivamente en nuestra sociedad. Sin
embargo, la mayoría de las personas separadas o divorciadas siguen apostando
por la convivencia en pareja, conformando así, cada vez más, familias
reconstruidas en las que, uno o ambos miembros de la pareja aporta al menos un
hijo de una relación anterior, lo que convierte a los miembros de la pareja en
padrastro o madrastra de los hijos de su pareja. ¿Es este tu caso?
Las familias
reconstruidas son diferentes de las familias nucleares, así que su
funcionamiento tiene que ser distinto también en muchos aspectos. Es un error
muy común, pretender desde el inicio actuar como si se tratara de una familia
nuclear, excluyendo a los ex cónyuges, asumiendo los padrastros o madrastras
plena responsabilidad sobre la educación de los hijastros y/o tratando de
forzar los lazos afectivos entre los miembros de la familia.
Muchos estudios
señalan que la integración y la
satisfacción en las familias reconstruidas dependen de dos factores básicos:
Establecer una relación de
pareja sólida y satisfactoria y;
Construir una buena relación
entre padrastros e hijastros.
Y ¿cómo puede la
madrastra o el padrastro contribuir a que esto ocurra?
Conviene no excederse tratando de agradar o
complacer a los hijastros, recordando que el
desarrollo del vínculo afectivo requiere de tiempo.
Plantearse, junto con
la pareja, cuál puede ser la mejor manera de actuar respecto a los hijastros
teniendo en cuenta su edad, el tiempo que se convive con ellos, el grado de
implicación y responsabilidad asumido por los padres biológicos, la actitud
inicial del propio hijastro/a hacia tu persona y sobre todo cuáles son tus
deseos al respecto, evitando en lo
posible adoptar el papel de figura paternal sustitutoria y dándote un
tiempo para encontrar tu espacio en tu relación con los hijastros.
Intenta mantener una
relación amistosa y cordial con los hijastros manteniéndote al margen en las cuestiones referentes a la disciplina,
dejando que sean los padres los que asuman esta responsabilidad, tal como les
corresponde.
En todo caso y si es
posible, deja claro a tus hijastros (junto con tu pareja) que no pretendes
suplantar a su padre o madre, pero que como en todos los hogares las reglas y
normas de convivencia son necesarias y que tu papel como adulto es apoyar a su
padre o madre en tratar de que se cumplan.
Por difícil que
parezca, trata de no interpretar el rechazo inicial de tus hijastros como un
ataque personal. Intenta ponerte en su
lugar para entender su nueva situación, teniendo en cuenta cómo ha sido su
historia familiar anterior, cómo ha sido la relación entre sus padres, los
cambios por los que ha tenido que pasar y el poco o nulo control que ha tenido
en la toma de decisiones importantes y que le afectan directamente. Y si te es
posible, intenta comprender su reacción, cuáles son sus incertidumbres o sus
miedos con respecto a tu entrada en su vida y cómo le van a afectar sus nuevas
circunstancias en su vida y en su relación con sus padres.
Busca, mediante el diálogo, el acuerdo y el apoyo de tu pareja, con
respecto a tu actuación con su hijo/a.
Y sobre todo, cuida tu relación de pareja, no
dediques todos tus esfuerzos a tu relación con los hijastros, ellos también se
verán beneficiados de que se afiance vuestra relación.
Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar
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