¿Te suena esto? En el
supermercado, con las prisas y el agobio de gente y los niños pidiendo…, al
llegar a casa tu hijo quiere que le compres ese juguete de moda que TODOS sus
compañeros tienen…, en Navidades o en las vacaciones de verano delante del
bombardeo televisivo de publicidad, tus hijos con los ojos como platos
pidiéndolo todo…”quiero esto”, “quiero aquello”, “quiero lo otro”, incluso
lloros y pataletas en el peor de los casos.
A ojos de un niño es
muy fácil, solamente hay que ir a una tienda y cambiar lo que quieres por unos
papelitos o incluso enseñarle un plastiquito a la dependienta que después te lo
devuelve y lo puedes volver a usar. Y entonces ¿por qué no?.
Un estudio publicado
por el Instituto de la Creatividad e Innovaciones educativas de la Universidad
de Valencia califica a los niños españoles como consumistas, mimados y
consentidos. Los niños influyen en aproximadamente un 43% de las decisiones de
compra que se toman en la familia. Y muchos padres reconocen que intentan
adecuar sus compras a lo que sus hijos prefieren, la influencia de los niños
sobre sus padres crece con ellos, llegando a ser “los expertos” en determinados
productos o marcas (ropa o tecnología).
Ante este tipo de
situaciones los padres, aparentemente, podemos hacer dos cosas, decir que sí odecir que no. Sin embargo, no es tan fácil. Cada familia, cada niño, cada padre
y madre y cada situación exigen un remedio distinto para salvar nuestra
posición y educar a los niños.
Comprar, no es algo
bueno ni malo en sí mismo. De hecho, es necesario. Pero, el consumo
descontrolado o la dictadura que ejercen algunos niños sobre sus padres a la
hora de comprar sí son situaciones difíciles, incluso muy difíciles, que hay
que saber gestionar para no morir en el intento.
Para empezar y en
general, conviene dejar claro cuáles son los papeles que cada miembro de la
familia debe jugar y, por supuesto, jugarlos. Explicarles de manera clara y
sencilla, que aunque vayamos a tener en cuenta su opinión (según sus
capacidades y su edad), las decisiones las van a tomar los padres y hacerlo
así, de manera coherente sin dejarse llevar por impulsos, por el aburrimiento, o
por la “experta opinión” del niño.
Practicar juntos
aquello del “busque, compare…” enseñando a los niños a no quedarse con lo
primero que vean aprendiendo a buscar información y a elegir.
Educar en la
necesidad, planteándonos juntos preguntas del tipo: ¿lo necesitamos de verdad?,
¿para que lo vamos a usar y cuantas veces?; ¿cuántos tenemos ya?; ¿cuánto va a
durar?; ¿podemos conseguir uno prestado?; ¿vamos a poder
mantenerlo/limpiarlo/repararlo y tenemos ganas de hacerlo?; ¿cómo vamos a
deshacernos de ello, es reciclable?; ¿tenemos algo ya que pueda sustituirlo?;
¿qué es lo que queremos, el producto o lo que regalan con él?
Y por supuesto,
predicar con el ejemplo, todo esto no sirve de nada si luego ven a los padres
meter en el carrito un montón de productos de compra por impulso.
A largo plazo, lo que
vamos a conseguir es educar consumidores conscientes y responsables y de paso,
aprender nosotros también.
Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar
También te puede interesar:
No hay comentarios:
Publicar un comentario