martes, 15 de noviembre de 2016

Como aprenden los niñ@s a valorarse y a quererse






Desafortunadamente, si le preguntamos a cualquier niño o niña cuáles son sus habilidades o sus cualidades, le cueste contestarnos con seguridad. Sin embargo, es más frecuente que sepan decirnos con exactitud todo lo que hacen mal y cuáles son sus defectos por qué cuando se portan mal, o cometen algún fallo se lo decimos inmediatamente. 

Los niños crecen y la imagen que tienen de si mismos, se va formando de lo que se dice de él y de cómo es tratado por las personas que lo rodean. Si se le trata bien, el niño siente que puede ser una persona valiosa; en cambio, si recibe continuas críticas, reproches y descalificaciones, por ejemplo: que no hace nada bien, que es feo o que estorba, entonces crecerá con la idea de que es una persona que no merece nada y que no es importante para los demás.

Los padres pueden ayudar a favorecer la autoestima en sus hijos, para que así estos tengan confianza en lo que pueden hacer, estén deseosos de aprender nuevas cosas día a día, puedan disfrutar una vida social aceptable y satisfactoria y sobre todo se sientan bien consigo mismos.

Los niños necesitan aprender a quererse y a valorarse

Desarrollar y fortalecer la autoestima es un proceso que se logra cuando los padres transmiten a sus hijos el amor y el respeto que sienten por ellos y el valor que les dan como persona. 

Los padres no pueden dar por hecho que sus hijos saben que les quieren, y es necesario que ambos sepan demostrarles su amor con palabras, besos, caricias y abrazos. Demostrando su cariño de una manera, natural, abierta y sincera.

Es fundamental aceptar a cada niño tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, mostrar interés en sus cosas, preocuparse por su bienestar físico y emocional, parti­cipar en sus actividades y apoyarles para resolver sus proble­mas.

 


Aceptar al niño no significa que los padres acepten todo lo que el niño hace, sino que entien­den que tiene que ir aprendiendo cómo compor­tarse y reaccionar ante diversas situaciones. Hay que guiarlos, enseñarles, educarlos, con respeto, sin gritos, sin burlas, sin desprecios, ni descalificaciones personales, mostrándoles el buen camino y alentándoles a comportarse y sentirse de la mejor manera posible en todas las circunstancias.

Reconociendo en ellos el esfuerzo y el progreso: “mira que torre más alta has construido, debes haberte esforzado mucho, ¿te gusta lo que has hecho?”
Usando palabras descriptivas: “has dejado los vasos limpísimos, mira como brillan”

Ofreciendo una valoración positiva de si mismo, independientemente del desempeño: “esto no te ha salido como tu querías, debes estar decepcionado, la próxima vez que lo intentes ¿qué harás diferente?.

Mostrando confianza en sus capacidades para enfrentar y resolver problemas.

Y, por supuesto hay que poner límites, para que los niños sepan cuando se están comportando de manera adecuada y cuando no. Los límites son indispensables en la formación de la autoestima de los niños, porqué les indican lo que se espera de ellos y les proporcionen seguridad. Sin límites, no pueden saber si se van a comportar de manera adecuada o no, lo que puede llevarles a no exponerse o a no esforzarse, por temor a equivocarse.

Los límites tienen que ser apropiados a cada etapa y estar muy bien explicados. Y hay que mantenerlos de manera consistente, con cariño y firmeza, el niño reaccionará de forma positiva; en cambio, si se hace de forma demasiado dura y sin cari­ño,  o sin firmeza, tratará de no obedecer.

Al mismo tiempo, los padres son el espejo en que se miran los niños, son su modelo. Casi siempre, los niños imitan las actitudes, la manera de hablar y las cosas que hacen sus padres. Así que es muy importante también que los padres no se contradigan en las valoraciones que hagan de sí mismos y que no proyecten sus inseguridades sobre sus hijos.

La autocrítica puede convertirse en un hábito, poco constructivo, del que generalmente se es poco consciente. Si pone atención a todo lo que dice en casa durante las próximas semanas se sorprenderá de ver cuantas veces menciona sus propias faltas ante sus hijos. Expresando verbalmente nuestros sentimientos y pensamientos de autocrítica,  éstos se afirman como una realidad en nuestras mentes. Por lo tanto, es necesario también enseñar a nuestros hijos a no practicar la autocrítica como estrategia para favorecer su autoestima. Ya que, ofreciendo a los niños un modelo pobre sobre nosotros mismos, infravalorándonos, mostrándonos poco competentes el niño asimila de modo inconsciente estos modelos de identificación.







Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar




También puede interesarte:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Analytics