“es
que mis amigos pueden volver más tarde y si vengo antes tengo que volver sola/o”…
“es que es la fiesta de fulanito y todos se quedan hasta más tarde”…”los demás
padres les dejan y no quiero ser yo la única que se tenga que marchar, me voy a
perder lo mejor”…”te prometo que voy a estudiar muchísimo y te ayudaré a
limpiar el coche”, etc, etc.
Antes
o después los hijos nos van a plantear esta situación, se hacen mayores y ¿cuál
va a ser la mejor manera de enfrentarla?
El
camino de guiar a los hijos hacia la vida adulta implica prestarles apoyo,
desde el afecto y la cercanía, sin anularles, introduciendo límites y
condiciones que les ayuden a entender que el proceso de convertirse en un
adulto ocurre con los demás y desde el respeto a los demás y que esto no
siempre es compatible con las propia satisfacción inmediata y permanente.
No será adecuado acceder a sus peticiones sin más,
dejando que ellos mismos, con ayuda de sus iguales, descubran y decidan, como
si fueran adultos.
Tampoco es apropiado prohibir,
con el argumento de que como padres se tiene el conocimiento sobre lo que se
debe y no se debe hacer y la autoridad para hacer cumplir a los hijos lo que se
les diga.
Preste atención a lo que realmente le están pidiendo.
Siempre que sea posible evite responder desde sus propios miedos (la noche, la
violencia, las drogas y el alcohol, miedo a perder a los hijos, miedo a no ser
buenos padres…). Intente no responder de manera impulsiva e inmediata, tampoco,
al contrario, hacer como que no ha oído nada. Escuche lo que le están pidiendo
y tómese un tiempo para responder.
Intente evaluar con racionalidad la petición,
no es lo mismo llegar una hora más tarde que pasar tres días fuera de casa sin
saber dónde ni con quién.
Busque
el consenso con su pareja antes de responder. Tomen una postura común y apóyense. Procuren no dar respuestas del
tipo “por mi sí, pero tu padre no creo que esté de acuerdo…”, esto nos
desautoriza y confunde a los hijos que acaban tomando la vía rápida y haciendo
aquello que les apetece.
Negocien. Esto les permitirá
conseguir algún tipo de acuerdo que les satisfaga a todos. Resignarse a ceder
es inconveniente para todos, prohibir incapacita a sus hijos para aprender a
conseguir las cosas, negociando les enseña que el propio interés nunca puede
invadir o anular el interés de los demás.
Exijan el cumplimiento de los acuerdos.
Por las dos partes. Ahí está el verdadero aprendizaje. Si se llega a un
acuerdo, este exige su cumplimiento, es una cuestión de responsabilidad y de
respeto. Ya no se trata de más o menos tiempo, incumplir un compromiso es una
falta de respeto a sí mismo y a los demás.
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