martes, 17 de abril de 2018

Cómo acabar con el "mal rollo" en la pareja


Cuando el conflicto se instala en una pareja, desgasta la relación y ambos son infelices.

Cuando le decimos las cosas más desagradables a la persona que queremos, cuando termina en gritos mutuos cualquier intento de llegar a un acuerdo, cuando hablamos con aspereza a nuestra pareja y actuamos de algún modo que nos genera remordimiento y esto se repite una y otra vez, es necesario detenerse y pensar

Es necesario volver a aprender a hablar y a escuchar, aprender a comprender, a negociar y a intimar, a ser capaces de disculparnos y de darle la vuelta a la situación.

Sucede con frecuencia que uno de los dos o los dos son capaces de iniciar una conversación emocionalmente calmados, con buenas intenciones y conscientes de su mutuo compromiso y amor, pero si no se tiene la capacidad de permanecer calmados y el conflicto no puede ser resuelto fácilmente, uno de los dos (y muchas veces los dos) empezará a sentirse progresivamente más enfadado y dejará de describir con precisión lo que desea, dejará de escuchar con empatía, expresando mucha hostilidad y ofuscamiento, dejando de comprender el punto de vista del otro y olvidando su amor recíproco. 

Después de cada una de estas disputas, los dos se han comportado de manera dañina y cuando recuperan su equilibrio emocional lamentan su propio comportamiento. Esto hace a la pareja más vulnerable a las situaciones de conflicto por temor a su propio comportamiento y al de la pareja con el consiguiente deterioro de la relación y del bienestar individual de cada uno.




Tratar mal al otro no tiene sentido, ya que muy probablemente seremos maltratados a cambio.

Ante una situación difícil o conflictiva uno puede “interpretar” la situación, juzgarla, huir de ella e intentar evitarla y quedarse bloqueado en el enfado que la situación le produce. Este enfado incrementa los juicios, que a su vez aumentan su enfado, lo que conduce a una expresión ineficaz de lo que se necesita, creciendo la incomprensión, la distancia y el conflicto mismo. 

¿Cuál es entonces la alternativa eficaz en estas situaciones?

Se trata de desaprender estos patrones destructivos (interpretar, hacer valoraciones y jugar de manera casi automática)

Aumentar la toma de conciencia del otro y dejar pasar los juicios, en cualquier situación en la que tu pareja esté presente. NO pensar. NO interpretar. NO juzgar al otro y NO perder el tiempo fijándote en lo que tu pareja NO está haciendo. Simplemente date cuente de la presencia de tu pareja, de que estáis ahí juntos en el día a día, en vuestras vidas.

1.La próxima vez que estás comiendo con tu pareja, utiliza unos segundos cada pocos minutos para darte cuenta  de que tu pareja está ahí, comiendo y sentada junto a ti.

2.Si te quedas durmiendo más que tu pareja o te levantas antes, toma unos segundos para darte cuenta, de que estáis juntos en la cama, compartiendo las sábanas, el calor mutuo. Date cuenta de lo que sientes estando tendidos y durmiendo juntos, aunque no os toquéis en absoluto en lugar de estar durmiendo solo.

3.Cuando hagáis cosas en la casa, toma un tiempito para ser consciente de tu pareja, repara en lo que esté haciendo y en que estáis juntos en la vida. Date cuenta de cualquier sentimiento de calidez.

Si te descubres a ti mismo/a pensando en una letanía de quejas sobre tu pareja, preocupándote o resentido/a por las quejas que imaginas que tu pareja tiene sobre ti, limítate a “pillarte” pensándolo y vuelve a dirigir tu atención a que tu pareja está presente.


LO QUE NO FUNCIONA

Comunicar que lo que el otro siente, piensa, quiere o hace ES EQUIVOCADO, ESTÁ MAL, ES ILEGÍTIMO O NO MERECE TU RESPETO O TU ATENCIÓN.
Esto lo manifiestas al NO PRESTAR ATENCIÓN, MINIMIZAR LOS SENTIMIENTOS, CRITICAR ENJUICIANDO, DECIR AL OTRO CÓMO DEBERÍA SENTIRSE O QUÉ DEBERÍA QUERER.
Mostrar falta de respeto en general, UTILIZANDO UN TONO O UNA RESPUESTA PATERNALISTA, ACTUANDO PONIÉNDOTE POR ENCIMA, PENSANDO O MOSTRANDO QUE TU “ERES MEJOR”. EMITIENDO JUICIOS CRÍTICOS, MOSTRANDO MALICIA O DESPRECIO O TRATANDO AL OTRO/A COMO SER HUMANO INCOMPETENTE


Describe tus pensamientos y sentimientos con precisión. Lo ideal es que lo hagas en un tono tranquilo y cariñoso, no a la defensiva, ni criticando. Y asegúrate de que validas la decepción de tu pareja.

1.Practica el estar receptivo/a a tu pareja en situaciones NO conflictivas. Si está frustrada, ofrece ayuda. Si está angustiada alíviala. Compartid las cargas y las alegrías.

2.Evalúa algunas situaciones recientes en las que podrías haber estado más receptivo a tu pareja de un modo más activo. ¿Qué se interpuso en tu camino?¿Tomaste una decisión equilibrada o una decisión reactiva? Averigua qué necesitas para estar más equilibrada/o la próxima vez (dejar de enjuiciar, empatizar con tu pareja…)

3.Cuando elijas no ser receptivo/a, practica la validación verbal. Asegurate de validar la decepción de tu pareja el/ella siente___________dile:”es lo que cualquiera sentiría en esta situación”;  dile: “por supuesto, sientes, quieres, hiciste_________a cualquiera le pasaría igual” Utiliza tus propias palabras para transmitir lo normal y razonable que es su postura. Muéstrate de acuerdo en aquello que puedas o por lo menos en su derecho a ver las cosas tal como las ve.

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Orientadora Familiar
Psicóloga General Sanitaria



martes, 7 de noviembre de 2017

“Mamá/Papá quiero llegar más tarde…”



“es que mis amigos pueden volver más tarde y si vengo antes tengo que volver sola/o”… “es que es la fiesta de fulanito y todos se quedan hasta más tarde”…”los demás padres les dejan y no quiero ser yo la única que se tenga que marchar, me voy a perder lo mejor”…”te prometo que voy a estudiar muchísimo y te ayudaré a limpiar el coche”, etc, etc.


Antes o después los hijos nos van a plantear esta situación, se hacen mayores y ¿cuál va a ser la mejor manera de enfrentarla?

El camino de guiar a los hijos hacia la vida adulta implica prestarles apoyo, desde el afecto y la cercanía, sin anularles, introduciendo límites y condiciones que les ayuden a entender que el proceso de convertirse en un adulto ocurre con los demás y desde el respeto a los demás y que esto no siempre es compatible con las propia satisfacción inmediata y permanente.

No será adecuado acceder a sus peticiones sin más, dejando que ellos mismos, con ayuda de sus iguales, descubran y decidan, como si fueran adultos.

Tampoco es apropiado prohibir, con el argumento de que como padres se tiene el conocimiento sobre lo que se debe y no se debe hacer y la autoridad para hacer cumplir a los hijos lo que se les diga.

Preste atención a lo que realmente le están pidiendo. Siempre que sea posible evite responder desde sus propios miedos (la noche, la violencia, las drogas y el alcohol, miedo a perder a los hijos, miedo a no ser buenos padres…). Intente no responder de manera impulsiva e inmediata, tampoco, al contrario, hacer como que no ha oído nada. Escuche lo que le están pidiendo y tómese un tiempo para responder.

Intente evaluar con racionalidad la petición, no es lo mismo llegar una hora más tarde que pasar tres días fuera de casa sin saber dónde ni con quién.

Busque el consenso con su pareja antes de responder. Tomen una postura común y apóyense. Procuren no dar respuestas del tipo “por mi sí, pero tu padre no creo que esté de acuerdo…”, esto nos desautoriza y confunde a los hijos que acaban tomando la vía rápida y haciendo aquello que les apetece.

Negocien. Esto les permitirá conseguir algún tipo de acuerdo que les satisfaga a todos. Resignarse a ceder es inconveniente para todos, prohibir incapacita a sus hijos para aprender a conseguir las cosas, negociando les enseña que el propio interés nunca puede invadir o anular el interés de los demás.

Exijan el cumplimiento de los acuerdos. Por las dos partes. Ahí está el verdadero aprendizaje. Si se llega a un acuerdo, este exige su cumplimiento, es una cuestión de responsabilidad y de respeto. Ya no se trata de más o menos tiempo, incumplir un compromiso es una falta de respeto a sí mismo y a los demás. 

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Psicóloga
Orientadora Familiar

martes, 10 de octubre de 2017

¿Te gusta tu pareja?



Con frecuencia llegan a la consulta parejas que viven y experimentan su relación como una verdadera batalla, con todo el dolor y el sufrimiento que ello conlleva. 

Parejas que han perdido el equilibrio, la complicidad, la ilusión, incluso la alegría. En cambio sienten una gran decepción, tristeza, dolor y rabia por la situación en la que se ven.

En muchos casos, cuando les pregunto qué es lo que a pesar de todo les está manteniendo juntos, me contestan que SE QUIEREN. Y acto seguido empieza una cascada de quejas y reproches:

Es un/a vago/a o es demasiado activo/a…

Todo se lo cuenta a su madre o no se habla con la mía…

No hace nada en la casa o es demasiado ordenado/a, obsesivo/a…

Debería buscarse un trabajo mejor…

Nunca quiere tener relaciones o siempre quiere tener relaciones…

Es que pasa de todo o es que todo lo controla…

Piden que la otra persona esté dispuesta a cambiar, a dejar de ser quien es y consiga sentirse cómodo con ello, cosa muy poco probable, ya que la otra persona normalmente se siente bien siendo como es y no piensa que tenga ningún problema, a parte de las continuas exigencias y manipulaciones de su pareja.


En otras palabras no se ACEPTA al otro tal cual es. Y a partir de ahí empiezan las malas caras, las quejas continuas, los reproches, las exigencias de cambio, las discusiones, para hacerle ver a la otra persona que no tiene que ser así o asá, para que cambie.

¿Para que cambie? ¿Para que sea distinto? Y  ¿por qué tendría que ser distinto? ¿Por qué tendría que ser como tú o como tu quieres?

Por un lado manifiestan querer mucho a la otra persona y no quisieran renunciar a ella, pero algunos rasgos de su forma de ser no les gustan, incluso no los soportan. Y el mensaje es: “te quiero mucho, pero no te permito que seas como eres”.

“Y si tanto te disgusta tal como es…¿por qué no lo sueltas y buscas a alguien que sea como tú quieres?” y volvemos al principio “porqué le/a quiero”.

“Querer” los rasgos que nos gustan o admiramos en nuestra pareja, es muy fácil. Son probablemente las cualidades por las que elegimos a esa persona y no a otra, como pareja. Pero querer a alguien va más allá.

La evolución de la relación y el ejercicio del amor dependen de nuestra capacidad para aceptar en la otra persona, los rasgos que menos nos gustan, comprenderlos e incluso llegar a quererlos.



ACEPTAR a tu pareja significa que la miras y la aprecias como una persona valiosa. Que te agrada como es y que RESPETAS su derecho a ser distinto a ti. Que no te ofende que perciba las cosas de manera diferente. Que aceptas sus opiniones y actitudes aun cuando no coincidan con los tuyos, sin sentirte mal por ello.

Para conseguir estar tranquilos y en paz en la relación es necesario ser honesto con uno mismo y reconocer que se tiene un problema. Es más fácil mirar hacia otro lado o culpar al otro, que mirar hacia adentro y proponerse, de manera consiente, aceptar a la persona con sus virtudes y defectos. Y dejar de pensar que podemos mejorar, educar o cambiar a la pareja, sólo por qué es nuestra pareja, eso no es amor, es otra cosa.

Ahora yo te pregunto ¿te gusta tu pareja?

Seguramente tu primera respuesta sea que sí, pero si te paras a pensar podrás hacer una lista más o menos larga de cosas que no te gustan.

Ahora te pregunto ¿y la aceptas con todas esas cosas que no te gustan?

¿Sí? Enhorabuena!!

¿Y si te lo pregunto de otro modo?

¿Te quejas con frecuencia por lo que hace o no hace? Puede ser que no te quejes por no discutir, pero ¿te molesta? 

¿Piensas que estás tragando un montón de cosas que te hacen sentir mal? ¿Piensas que tu pareja debería darse cuenta del malestar y la ansiedad que te genera eso que hace o que no hace?

Entonces: Houston tenemos un problema…

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Psicóloga 
Orientadora Familiar

martes, 19 de septiembre de 2017

¿Cómo deben intervenir los padres en los conflictos entre hermanos ?



Los hermanos, junto con los padres, nos acompañan en nuestro desarrollo y determinan en gran parte nuestra manera de relacionarnos con los demás, ya que es en la infancia y especialmente en nuestra relación con los hermanos cuando aprendemos a convivir.

Los hermanos son probablemente quienes nos van a acompañar por más tiempo, a lo largo de nuestra vida. Con ellos compartimos la infancia, la adolescencia, parte de la edad adulta e incluso la vejez. 

Son, en realidad, una fuente constante de aprendizaje. Con ellos aprendemos a compartir; a jugar; a luchar; a resolver o a no resolver los conflictos; a dar y recibir apoyo; a entender los puntos de vista del otro, sus emociones, pensamientos e intenciones,  en contraposición a los propios; a ejercer poder y a escapar de él; y a gestionar rivalidades y celos de manera socialmente aceptable.


La relación de los hermanos a lo largo de su vida, está muy influenciada por la relación que tengan los padres entre sí y con ellos. 


Algunos hermanos se llevan bien y son, en general una fuente de compañía y apoyo emocional y material cercana y amorosa. Y otros, tienen una relación mucho más difícil o problemática, incluso agresiva en alguna ocasión. 

Estas dificultades en las relaciones entre hermanos se hacen complicadas para los padres por la fuerte carga emocional que suelen conllevar estos conflictos, convirtiéndose en una fuente de preocupación.

No todos los padres tienen la misma capacidad para tolerar las peleas o conflictos entre sus hijos. Unos intervienen a la primera señal de tensión, otros cuando ya se escuchan gritos y algunos no intervienen hasta que hay un episodio de violencia física.

Lo complicado es acertar, qué hacer y en qué momento.



Por un lado, tomar la iniciativa y resolver el problema, puede impedir que los niños tengan la ocasión de desarrollar estrategias de resolución de conflictos por ellos mismos y acabar empeorando la situación.

Por otro lado, intervenir puede ayudar a disminuir la intensidad de los enfrentamientos y a lograr soluciones más constructivas, imprescindibles para el aprendizaje de cómo llevarse bien con los demás.

¿Cómo, entonces, deben intervenir los padres?

Evitando emitir un juicio sobre la situación.

Estructurando el proceso de negociación

Mediando


Dejando en manos de los propios niños la solución final de cada situación.


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Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar




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