lunes, 14 de diciembre de 2015

Entrevista con Esther Jacomet. Maestra de Educación Especial.









 Esther Jacomet es maestra de educación especial en un Instituto de Educación Secundaria de Mallorca y colaboradora habitual del programa de IB3 ràdio “No venim amb manual”


Cristina Enseñat- Como el título del libro que se ha hecho tal popular Yo, fui a EGB y no recuerdo que mis padres tuvieran mucha relación con el centro, ni con mis profesores, y si era así, ya podía ponerme a temblar....i cuando pasé al instituto todavía menos!,  pero esto ha cambiado mucho.
Esther Jacomet.- Ha cambiado mucho, sobre todo en educación infantil y primaria. Cuando se convoca a los padres, la asistencia es del 80-90% y los padres participan mucho también en todas las fiestas escolares. Los padres, en estas etapas, están más motivados, les “hace gracia” ver a sus hijos disfrazados o haciendo teatro.
En secundaria las ocasiones de participación en festividades y otras actividades quedan más reducidas, ya que lo suelen organizar más los propios alumnos con los profesores y si es algo que organiza la APIMA suele ser algo propio de los padres donde no participan los alumnos y profesores, en la mayoría de los casos.

C. E.- ¿Cómo calificarías la relación que mantienes con tus alumnos y con sus familias?
E. J.- Con los mis alumnos, la relación es lo más próxima posible, me preocupo por ellos, por sus dudas y preocupaciones. Busco el contacto cercano, de tú a tú. Con las familias, si veo que hay dificultades o algo me preocupa, intento convocar a los padres para una reunión, presencial o telefónica, para intentar averiguar los motivos de la actitud o conducta, que el alumno está manifestando en el aula.

C. E.- ¿Y cuando no se produce esta retroalimentación a que crees que se debe?
E. J.- Es difícil saber los motivos, pero ciertamente sí que pasa. I se intenta facilitar otros medios o vías de comunicación, como correo electrónico para agilizar y posibilitar la comunicación.

C. E.- ¿Qué recomendaciones ofreces a las familias para que apoyen el aprendizaje de sus hijos?
E. J.- Estar muy pendientes de las agendas porqué la mayoría de las comunicaciones se hacen por esta vía, para responsabilizar a los alumnos. Preguntarles y acompañarles hasta que inicien la tarea. Y evitar tener cerca aparatos tecnológicos para no sucumbir a las distracciones.

C. E.- En tu opinión ¿qué es necesario lograr en la relación familia escuela?
E. J. Que cada uno deje de pensar tanto en si mismo y pueda ponerse más en lugar del otro, para poder encontrar un punto de conexión, que ya está, que es el niño.

C. E.- ¿Tienes alguna anécdota?
E. J.- Que unos padres justifiquen una falta de asistencia porqué se han dormido. Esto no es justificable.

C. E.- Algunos padres argumentan que las entrevistas con los tutores no les son útiles, porque no les ayuda a entender cómo evoluciona su hijo/a y cómo apoyarle en el proceso. Se escuchan frases como: “No le encuentro la gracia a las tutorías, me muestran las notas que ha sacado mi hijo, hacen uno que otro comentario, tengo que firmar un papelito y nada más”, o como: “La profesora me dice todo lo malo que debe mejorar mi hijo y yo me quedo paralizada escuchando, no sé qué decir, ni qué ayuda pedir”.  
E. J.- Recomiendo a los padres que preparen preguntas para aprovechar las citas de tutoría. Reflexionar antes de acudir a la tutoría ¿qué es lo que me interesa saber?, ¿Qué tipo de ayuda necesito?
Hacer una lista de dudas para comentarlas al profesor y pedir también al profesor ¿Qué espera él de mí?.
No quedarse con las ganas de preguntar y sacarle provecho a la entrevista.

C. E.- ¿Te gustaría añadir algo más?
E. J.- Me encantaría ver cambiar esta situación de rivalidad entre unos y otros y trabajar por un fin común que es el niño, que se convierte en adolescente, luego en joven y al que ambas partes guiamos en este proceso.
La sociedad en la que vivimos ahora no es la misma en la que crecimos  nosotros. Hoy hay una avalancha de información, que es muy positiva, pero que hay que aprender a utilizar y a seleccionar y esta es una tarea pendiente de los centros, ya que el acceso a esta información es ilimitado, pero los alumnos no tienen las herramientas, ni la capacidad para seleccionar, qué tipo de información les es útil y cual es desechable.
La familia puede ejercer control sobre esto, mediante herramientas de control parental e impidiendo el acceso ilimitado al ordenador y al móvil.

Muchísimas gracias Esther por compartir con nosotros tu experiencia, ha sido un placer realizar esta entrevista.

Una de las mejores maneras de apoyar a los hijos es permanecer en contacto con sus profesores. Las tutorías son una oportunidad  y una herramienta ideal para desarrollar una relación de apoyo permanente y recíproco en el proceso de aprendizaje y formación de los hijos e hijas. Es muy recomendable, siempre que sea posible, reunirse más de una vez en el curso con el o la profesora de su hijo/a, así sería más fácil y efectivo apoyarlo si surge alguna dificultad.
Los padres son el principal apoyo de sus hijos/as. Se hace necesario trabajar juntos con el profesor/a y compartir la información, las ideas y las opiniones acerca de los procesos que van teniendo lugar en el desarrollo de la vida escolar de sus hijos/as, para facilitarles un buen desempeño.
Cuando los padres muestran una actitud de colaboración, son recibidos de buen grado por los profesores. Tanto unos, como los otros quieren lo mejor para los niños, en los estudios y en la vida.









Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Terapia de pareja ¿para qué?



Cuando uno de los miembros de la pareja (o ambos) siente que el matrimonio le pesa, está claro que hay un problema. Igualmente, cuando a uno de los dos le ronda por la cabeza la idea de la separación, o cuando siente algo por otra persona, aunque no llegue a engañar a su pareja, hay un problema. Cuando la comunicación entre ambos se convierte en algo difícil, la pareja, o uno de los dos, puede sospechar que hay un problema.

Estas situaciones son señales de alarma para actuar.

Detectar posibles problemas entre la pareja es fundamental y de ello depende la estabilidad de la familia en su conjunto.

La mayor parte de nuestros problemas y satisfacciones tienen que ver con nuestras relaciones interpersonales. Es cierto, que las personas somos interdependientes, que necesitamos el apoyo y los recursos de los demás. Por eso vivimos juntos, en pareja, en familia y en comunidades.

Es lógico que en esta situación de interdependencia no siempre salgan las cosas como nos gustarían; no siempre nuestros deseos pueden ser satisfechos y va a haber frustraciones.
Si a eso le añadimos que no siempre sabemos expresar adecuadamente nuestras diferencias y utilizamos experiencias cargadas de emociones y sentimientos que sólo agravan la situación, ya tenemos servido el conflicto.

Dado que los conflictos son inevitables, la postura más adecuada para enfrentarlos es aceptar su existencia como algo normal y  aprender a manejarlos de forma constructiva. Y cuando nos acostumbramos a actuar de esta forma obtenemos muchas ventajas ya que aumentan notablemente nuestras probabilidades de lograr nuestros deseos y objetivos, mejoran nuestras relaciones, aumentando el apoyo y la confianza mutua, el aprecio y la cooperación, lo que repercutirá en el bienestar de todos.

En muchas ocasiones lograr esto requiere de un cambio de actitud por una o ambas partes para evitar o reducir la intensidad de ciertos conflictos, cediendo en aquello que no sea importante para nosotros, controlando nuestra expresión de emociones hostiles susceptibles de ser malinterpretadas y dialogar, buscando soluciones negociadas que nos permitan llegar a compromisos aceptables y satisfactorios para todos.


La Terapia de Pareja ayuda a las parejas, casadas o no, a entender y a resolver los conflictos y a mejorar su relación. Proporciona las herramientas necesarias para potenciar la comunicación y utiliza técnicas de resolución de conflictos facilitando la negociación de las diferencias existentes en el seno de la pareja. 

No todas las parejas son iguales, ni tienen los mismos problemas, y para conseguir una intervención eficaz, se busca crear un marco apropiado para conocer las necesidades de los miembros de la pareja, identificar los problemas y ayudarles a resolverlos, cambiando, aceptando o mejorando ciertas pautas de comportamiento, emocionales y de comunicación, creando las condiciones para renegociar normas, roles y creencias que conduzcan a una nueva relación más adaptativa y satisfactoria.

Cuando esto no es posible y se percibe que la ruptura es la única opción se acompaña a la pareja rota en dos procesos distintos, elaborar el dolor de los hechos que provocan la ruptura y el proceso de ruptura en si mismo, ayudando a los miembros de la familia a entender y a adaptarse a su nueva situación, priorizando el bienestar de los hijos menores cuando los hay.







Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar

martes, 24 de noviembre de 2015

Cómo enseñar a ser responsables


¿Con cuanta frecuencia escuchamos (o decimos) frases como: “lo tiene todo desordenado!”, o “es que tengo que repetirle las cosas veinte veces!”?

Algunos niños se resisten a asumir las responsabilidades que les corresponden según su edad y otros, tal vez, no tienen oportunidad de aprender las actitudes responsables apropiadas. ¿A qué puede deberse esto? Y ¿Qué podemos hacer los padres al respecto?

Educamos a los hijos para que lleguen a alcanzar la capacidad de ser independientes, para que puedan llegar a tomar decisiones acertadas y valerse por si mismos. Y esto no se consigue de la noche a la mañana, sino que es un proceso largo que empieza en la familia y continua en la escuela y en el entorno social.
No nacemos siendo responsables, la responsabilidad se va adquiriendo, los niños tienen que aprender a aceptar y afrontar las consecuencias de lo que hagan, piensen o decidan, imitando a los adultos y mediante la aprobación social que reciban por ello. Así que educar a nuestros hijos en la responsabilidad no es una tarea fácil, sino que solamente se consigue con el esfuerzo diario de padres y educadores. 

El desarrollo de la responsabilidad es progresivo y depende de cada persona y de su contexto, cada niño o niña lo desarrollará a su ritmo, algunos aspectos más y otros menos.
Debemos ser cuidadosos en ver hasta dónde se puede exigir a un niño o hasta dónde es capaz de actuar según su madurez. No sería realista esperar que un niño de 2 años se haga la cama solo, pero sí podemos enseñarle a colocar sus zapatillas en su sitio cuando se las quita. Igualmente no podemos exigirle a un niño de 5 años que vaya solo al colegio, pero sí que nos ayude a poner y quitar la mesa, por ejemplo.
Generalmente, hasta los ocho o nueve años a los niños les encanta ayudar, tienen deseos de ser buenos y suelen cumplir las órdenes al pie de la letra y con facilidad,  siempre y cuando les hayamos enseñado a hacerlo.
A partir de los nueve años pueden ya ser bastante autónomos y responsables en la organización de sus propios materiales, ropa, ahorros. Aunque muestren cierta dependencia les gusta tomar decisiones y comienzan a oponerse a los adultos con cierta rigidez, queriendo hacer valer su propio criterio.
A partir de los 11 o 12 años La influencia de los amigos comienza a ser decisiva y su conducta estará influenciada en gran parte por el comportamiento que observa en sus amigos y amigas o compañeros de clase. Los hermanos y hermanas mayores tienen más influencia sobre ellos que los padres. Aparece una etapa en la que la crítica suele ser muy frecuente y dirigida hacia sus padres y profesores; no le gusta que le traten de un modo autoritario, como a un niño; reclaman autonomía en todas sus decisiones. Quiere ser como los mayores. Tiene sentido de responsabilidad, trata de cumplir sus obligaciones y se hace más flexible en sus juicios. Su comportamiento es mejor fuera del entorno familiar. Tiene capacidad para valorar lo bueno o malo de sus acciones, puede pensar en las consecuencias, conoce con bastante objetividad sus intenciones y desea obrar por propia iniciativa, aunque se equivoque.
Antes de encomendar tareas a los hijos conviene tener muy claras las responsabilidades de cada miembro de la familia, y para esto los adultos deberán ponerse de acuerdo sobre cuáles son las tareas que se le van a pedir,  e incluso escribirlas en un mural o panel de corcho. Cada uno debe saber qué tiene que hacer, cómo y cuándo debe hacerlo para que se responsabilice, haya colaboración en las tareas comunes de la familia y no se cargue de tareas a un miembro en particular. Evitando las incoherencias y la discrepancia entre lo que exigen o permiten unos u otros miembros de la familia, esto favorece el incumplimiento de las tareas que se le encomiendan al niño, así como su justificación para no hacerlas.

Así que manos a la obra:
1- Busquen ocasiones para alabar con realismo y precisión: “qué bien has colocado hoy tus juguetes”
2 - Señalen límites adecuados y concretos a las acciones que no deseen que repitan sus hijos/hijas: “cuando rompas un juguete de tu hermana, tendrás que darle uno de los tuyos a cambio”
3 - Dejen claras las normas de comportamiento: “se mastica con la boca cerrada”
4 - Reconozcan y valoren sus esfuerzos, no sólo el resultado final: “hoy la cama te ha quedado mejor que ayer, cada día lo haces mejor, sigue así”
5 - Transmitan entusiasmo e implíquense en los asuntos e intereses de sus hijos: “me encantan tus ………………..¿ me los enseñas?”
6 - Comprendan que deben desenvolverse solos ante las dificultades y felicítenles cuando las resuelvan adecuadamente.
7 – Escuchen a sus hijos con paciencia y sin interferencias de televisión, radio, etc.
8 - Consideren que ustedes, padre y madre, son modelos constantes de referencia y que les van a imitar.
9 - Favorezcan la participación de los hijos e hijas para decidir algunos asuntos y elegir entre posibilidades. “¿qué prefieres llevar al parque la pelota o el patinete?”
10 - Inviten a sus hijos a contar sus experiencias para crear un clima de confianza y diálogo. “¿Cuál ha sido hoy la mejor clase? o ¿cómo te lo has pasado en la fiesta de tu amiga, habéis jugado a algo nuevo?
11 - Hagan referencia a la conducta que no les parece adecuada y no la mezclen con otras conductas anteriores. “los libros que has estado mirando están sobre tu cama, recógelos y guárdalos, por favor”
12 – Ayuden a sus hijos a verse de modo realista, reconociendo sus valores y sus dificultades.
13 –Dejen que sus hijos experimenten las consecuencias naturales de sus acciones.
14 – Permítanles cometer errores y tener que rectificar.
Esperen de sus hijos todo lo que puedan hacer,  sin exigirles más de lo que puedan hacer.

Como padres lo que queremos para nuestros hijos es que sean felices. Alguna vez, equivocadamente, podemos pensar que esto se consigue evitándoles enfrentar dificultades o anticipando y cubriendo todos sus deseos y necesidades o cediendo a todas sus demandas; nada más lejos de la realidad. Tal vez, en un primer momento con esto consigamos una satisfacción inmediata del niño, pero a la larga librar a los niños de las dificultades del día a día y hacer por ellos las cosas que ya pueden hacer por si mismos, convierte  a nuestros hijos en personas débiles e indecisas, y dificulta su proceso de aprendizaje, de adquisición de la responsabilidad y de crecimiento personal.
Así que es imprescindible dictar normas con afecto, sin dejarse llevar por el nerviosismo del momento y formularlas de manera positiva para que el niño sepa lo que tiene que hacer y lo que no y las consecuencias de incumplir lo acordado y también estar muy atentos a su buen comportamiento para alabarlo y reforzarlo adecuadamente. Sin olvidar que todo se aprende con la práctica y que nosotros, los padres y madres somos el espejo en el cual nuestros hijos se miran, por eso actuar con control y de manera responsable, será fundamental para que nuestros hijos aprendan y se conviertan en adultos responsables también.
Cuestionario:

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