viernes, 2 de octubre de 2015

Comunicación con los hijos adolescentes


La etapa de nuestra vida en la que alcanzamos mayores cuotas de autonomía y  construimos nuestra propia identidad es la adolescencia.

Y para lograrlo es necesario soltar la mano de papá y mamá para poder definir nuestra identidad.



En esta etapa de la vida se producen grandes cambios tanto físicos, como mentales y emocionales, para que podamos afrontar ese proceso a modo de puente entre el ser niño y ser adulto.

Además del “estirón”, el vello, las horas ante el espejo ensayando cambios, las críticas a todo lo establecido y lo que implique autoridad, las confidencias, secretos y rituales compartidos con los amigos, el descubrimiento de una realidad que antes no veíamos y ahora nos despierta infinitos interrogantes...

¿Te acuerdas de cuando tu mismo pasaste por esta etapa?

Ellos y ellas, los adolescentes, lo viven así, y conviene que recordemos cómo lo vivimos nosotros, sin pretender que repitan lo mismo.



Y ahora que eres padre o madre ¿te resulta familiar esta escena:


“-María, ¿hasta cuándo vas a estar con el agua de la ducha dada? ¡Luego dices que eres ecologista...!

Primero no querías ducharte y ahora no sales! ¡Qué niña!

-¡Que me dejes! Que tú si no controlas...”



Si a esto le añadimos, malos modos, algunos gritos, incluso un portazo, bien podríamos estar en cualquier familia normal en la que haya algún adolescente




Pero como somos padres y nuestra función es educar, deberemos gestionar este tipo de situaciones dando una respuesta que sea educativa (evidentemente).

Ante las “provocaciones” de nuestros hijos adolescentes, podemos responder de dos maneras:

  1.  Dejándonos llevar por nuestras emociones negativas, dejando aflorar nuestro enfado y nuestra frustración y todo lo que eso conlleva, terminando por generar un conflicto aún mayor o,
  2.  Podemos controlar nuestras emociones, intentar mantener la calma y utilizar el diálogo para llegar a acuerdos que nos permitan a todos tener una convivencia mucho más satisfactoria.

Estos dos tipos de respuesta tendrán dos resultados muy diferentes y debemos ser muy conscientes de cual nos conviene más utilizar para conseguir mejores resultados, y poder seguir educando a nuestros hijos, que es de lo que se trata.



La manera como nos comuniquemos con nuestros hijos adolescentes va a ser fundamental en la prevención y la solución de los conflictos que vayan surgiendo de manera positiva.

Gritar, perseguir, controlar…no educa y contamina  el ambiente relacional de la familia.

Dialogar, marcar límites razonando, argumentar, escuchar desde el respeto para comprender sus puntos de vista, negociar compromisos... sí educa y sirve de modelo positivo en el futuro ayudándoles a sentir la seguridad que necesitan en el entorno familiar.



La comunicación con los adolescentes es un tema fundamental tanto desde la prevención, como el afrontamiento de los conflictos. Nuestro estilo comunicativo (agresivo o asertivo) será una parte importante de la respuesta que provocará la escalada del conflicto o lo encaminará hacia resultados más positivos.



Y entonces ¿de qué manera podemos mejorar la comunicación con nuestros hijos adolescentes?



- Valorando las cosas que hace bien, sus logros y dejando de  criticar, resaltar lo que hace mal, juzgarle, compararle.

-Mostrando interés auténtico por sus cosas, respetando su intimidad, su espacio, sin “investigarle”.

-Interesarte por lo que percibes importante para él o ella, aunque no coincida con lo que a ti te lo parece.

-Provocar debates razonados sobre temas de opinión. Hablar, hablar y hablar…escuchar y escuchar más.




Y si se te va de las manos pide ayuda.


Aunque pueden cambiar en su modo de expresión, no deben desaparecer durante la adolescencia, los lazos afectivos que se han establecido durante la infancia, sobre la base del amor y la comunicación, que generan seguridad, ayudan en la construcción de la identidad y de la autoestima y que previenen actitudes violentas y el consumo de drogas en la adolescencia.

Nuestros hijos nos siguen necesitando y como padres debemos encontrar la manera de continuar estando cerca y de expresarles nuestro amor, facilitando el proceso de construcción de su autonomía y dándoles la seguridad emocional que necesitan para afrontar los cambios que conlleva esta etapa de la vida.




Los hijos necesitan a sus padres también durante su adolescencia aunque sus actitudes parezcan manifestar lo contrario. ¿Cuál ha de ser nuestra respuesta ante sus provocaciones?

Nuestra respuesta ha de ser:

• Educarles en la responsabilidad para facilitarles su autonomía.

• Negociando para intentar llegar a compromisos

·Tratarle como persona que es capaz de razonar, escuchar sus argumentos.

• Manifestarle siempre nuestro amor y respetar su intimidad.

• Conocer a sus amigos.

• Interesaros por sus aficiones, aunque no las compartamos.

• Argumentar nuestras normas y criterios, sin imposiciones.

• Ser coherente

• Binomio más eficaz: amor y firmeza.









Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar

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