Según el estudio Jóvenes
y emancipación en España elaborado por la Fundación de Ayuda contra la
Drogadicción (FAD) y la Obra Social Caja Madrid el 54,4% de los jóvenes españoles
entre 18 y 34 años viven con sus padres, debido principalmente a la falta de
ingresos por el elevado paro y el empleo precario. Sin embargo todo llega.
Hoy en día la
adolescencia se ha ampliado tanto por su inicio precoz, como por el final que
se demora mucho más que es épocas anteriores. Asistimos a un aplazamiento de la
salida de los hijos e hijas del hogar paterno, incluso en ocasiones, después de
la emancipación se dan periodos de vuelta a la casa paterna, motivados por la
inestabilidad laboral y por la creciente inestabilidad de los vínculos de
pareja, en lo que se ha dado en llamar “síndrome de la puerta giratoria”.
Pero, antes o
después, los hijos se independizan. Y lo que para ellos va a suponer una
intensa experiencia, cargada de nuevas vivencias, tal vez nuevos amigos y
nuevos lugares en los que construir una vida nueva. Para los padres puede
convertirse en un momento complicado en sus vidas, difícil de asumir, llegando
a sentir tristeza, soledad, vacío y sensación de incertidumbre, como si
hubieran perdido la dirección de sus vidas. Estos sentimientos se mezclan con
otras emociones positivas, como el orgullo por los hijos, incluso el alivio por
poder, por fin, dedicarse a si mismos y a su pareja. Estas reacciones
emocionales son normales ante lo que los padres viven como una pérdida, pero suelen
ser pasajeras y van desapareciendo a medida que la familia se va adaptando a la
nueva situación.
Es preciso, en estos
momentos, aprender a afrontar esta nueva realidad, acoplando los sentimientos
positivos, con otros como la nostalgia y la pena de que tu hijo ya no viva
contigo. Para esto hay que reconocer y aceptar que la pérdida produce dolor. Y
aceptar el cambio de roles y de responsabilidades con una visión positiva,
vivir el proceso de cambio como algo normal y darse tiempo para que cada uno se
adapte.
Cada etapa de nuestra
vida tiene ingredientes positivos, se trata de enfocar en ellos y no en lo que ha
quedado atrás. Realmente esta etapa puede ser una oportunidad para desarrollar
las actividades que durante la etapa de crianza de los hijos se dejaron de lado
por falta de tiempo y para reinventar la relación con la pareja, comunicarse
más, volver a ser amigos además de pareja, retomar los momentos íntimos y
buscar actividades de ocio comunes.
Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
orientadora Familiar
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