lunes, 19 de diciembre de 2016

Para que el Príncipe Azul no se te ponga verde



Seguramente estaremos de acuerdo con que, en buena compañía somos más felices.

Las expectativas sobre las relaciones de pareja han ido evolucionando con el tiempo, pero, aun así, los ideales y creencias sobre lo que significa el amor y los planteamientos sobre qué esperar de la convivencia, difieren enormemente entre personas en función de su propia escala de valores. Así que como paso previo, para poder tomar decisiones, habría que conocer cuál es el propio sistema de valores y cuál el de la persona con la que esperamos mantener una relación de pareja. ¿Fácil? Yo creo que no.

Una expresión, una actitud, una sonrisa, unas palabras….y se siente esa sensación tan agradable, cautivante e inquietante a la vez….puede ocurrir de repente o surgir despacito. Y cuando surge el enamoramiento puede tenerse el convencimiento de que esa persona será “la persona” y además se espera ser correspondido en los propios deseos y afectos y en la misma proporción.

Ahora es cuando hay que intentar un acercamiento emocional y físico que permita conocerse realmente y confirmar, o no, esa primera impresión tan impactante que se ha concebido en un primer momento. Y continuar,  o no, con la relación.

Algunas veces se continúa con la relación porque “para qué cambiar” y con el paso del tiempo se lamenta no haber vivido ese gran amor que se había imaginado. 

Cuando se decide continuar con algo que no nos satisface, por egoísmo, por miedo a estar solos, por pereza, por miedo a no gustar a nadie más, el error es propio y no tiene sentido empeñarse en cambiar a la otra persona para que se ajuste a nuestras expectativas, a lo que se quiere que el otro sea y que nunca ha sido. 

Cuando se da la ocasión de comenzar una relación de pareja, además de imaginar los momentos maravillosos que se cree que se vivirán junto a esa persona, pocas veces se para uno a pensar en qué es lo que realmente se quiere. 

Es frecuente (cuando hablamos del amor) tener la idea de que lo que se quiere que ocurra simplemente ocurrirá, como por arte de magia y se mantendrá sin ningún esfuerzo. 

Lo que es menos frecuente es plantearse cómo es uno mismo, qué es lo que necesita y lo que puede ofrecer. Plantearse previamente, al inicio de la relación, qué es lo irrenunciable, qué es importante, qué no es importante y qué es insoportable o totalmente inadmisible. Si la otra persona carece de las características que se consideran fundamentales o posee algunos rasgos que resulten insoportables en la convivencia, es muy difícil que esa relación funcione de manera satisfactoria a largo plazo

Igualmente cuando uno no está capacitado para convivir consigo mismo, será muy complicado poder convivir felizmente con alguien más. Aquello que no soportamos en nosotros mismos no podemos esperar que lo soporten los demás y además ser amados por ello.

Además el trato que uno se dé a si mismo, condiciona enormemente el trato que reciba de los demás, en la medida que permita ser tratado de determinada manera o que ponga la propia felicidad en manos de la otra persona.

Así que anticipar estas reflexiones de manera objetiva y realista ayudaría a no perder el tiempo intentando justificar lo injustificable o tratando de cambiar lo que la otra persona aporta a la relación, que no se ajusta a las expectativas y que se acaba convirtiendo en motivo de reproches, quejas y frustraciones por ambas partes, una porque ya no lo soporta y la otra porque no comprende nada, si siempre ha sido así…













Cristina Enseñat Forteza-Rey 
Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar






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