martes, 18 de abril de 2017

Resolver conflictos con los hijos adultos




Actualmente no es extraño que personas que habiendo alcanzado ya la edad adulta, por motivos sociales y económicos,  continúen conviviendo con sus padres y también con sus hermanos.

Algunas veces son personas que trabajan y tienen ingresos, otras veces siguen estudiando y no disponen de ingresos estables. Unos no se plantean independizarse, a otros les gustaría hacerlo, pero no lo hacen por falta de medios. Y otros, después de haberse independizado, regresan al hogar de sus padres por alguna circunstancia personal, como la falta de empleo o un divorcio. 

La relación entre padres e hijos empieza incluso antes de nacer, cuando los padres preparan el mejor ambiente para la llegada de su bebé con todo su amor. Es un largo camino de atención y cuidados que poco a poco se irá transformando, a medida que el niño vaya creciendo. 

Los padres tendrán que ser capaces de adaptarse a los cambios que tendrán lugar en su vida a medida que los hijos vayan adquiriendo autonomía, adaptando los cuidados, la comunicación y la convivencia, a las necesidades de cada momento, desde la total dependencia del recién nacido a la independencia que como  adultos van a alcanzar, y obtener en el proceso las habilidades y herramientas que les permitirán enfrentar los posibles conflictos. 

En el desarrollo de la vida familiar habrá momentos de crisis, momentos de gran intensidad emocional, urgentes de resolver y muy preocupantes, que son inevitables y que, al mismo tiempo, son necesarios para que cambien las relaciones en el seno de la familia y se ajusten a las distintas necesidades de cada situación.

La convivencia entre adultos puede entenderse como una convivencia entre iguales, sin embargo  siendo todos adultos la manera de relacionarse no es equiparable a la que se pueda mantener con otros adultos, ya que los padres nunca dejan de ejercer como padres, especialmente cuando siguen siendo proveedores y hay que tener en cuenta la historia y la relación familiar previa. 

Pueden surgir fácilmente conflictos por el derecho a tomar decisiones, por la organización de las responsabilidades diarias, por motivos económicos, por tener proyectos contradictorios, o cuando los hijos no responden a las expectativas paternas o a la inversa, en realidad en cualquier situación que tenga que ver con  las obligaciones y derechos de cada uno, con encontrar el equilibrio entre autonomía y dependencia.
 
Estas situaciones obligan a todos a buscar nuevas maneras de afrontar las circunstancias que generan problemas en la convivencia, con grandes dosis de cariño, respeto y comunicación.

Para facilitar la solución de los conflictos de la convivencia entre adultos no hay recetas. En general conviene continuar haciendo todo aquello que sabemos que funciona, dejar de hacer las cosas que no dan resultado y buscar otras formas de gestionar las situaciones conflictivas que ocurran con frecuencia

Esto será más sencillo si se plantean las situaciones que resultan conflictivas de la manera más objetiva y concreta posible, intentando poner el foco en lo que se prefiere que ocurra y no tanto en el problema, intentando plantear varias alternativas para solucionar el problema y pedir a los demás implicados que aporten a su vez sus propuestas, buscando entre todos llegar a algún tipo de consenso.

  
Esto va a requerir mucha flexibilidad por ambas partes, flexibilidad tanto en la manera de entender la relación, como a la hora de buscar alternativas, acuerdos y compromisos que permitan solucionar los conflictos en la convivencia., prevenir futuros conflictos y mejorar la relación de padres e hijos.

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Psicóloga General Sanitaria
Orientadora Familiar

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