miércoles, 2 de marzo de 2016

Cuando los hijos se van de casa



Según el estudio Jóvenes y emancipación en España elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Obra Social Caja Madrid el 54,4% de los jóvenes españoles entre 18 y 34 años viven con sus padres, debido principalmente a la falta de ingresos por el elevado paro y el empleo precario. Sin embargo todo llega.

Hoy en día la adolescencia se ha ampliado tanto por su inicio precoz, como por el final que se demora mucho más que es épocas anteriores. Asistimos a un aplazamiento de la salida de los hijos e hijas del hogar paterno, incluso en ocasiones, después de la emancipación se dan periodos de vuelta a la casa paterna, motivados por la inestabilidad laboral y por la creciente inestabilidad de los vínculos de pareja, en lo que se ha dado en llamar “síndrome de la puerta giratoria”.

Pero, antes o después, los hijos se independizan. Y lo que para ellos va a suponer una intensa experiencia, cargada de nuevas vivencias, tal vez nuevos amigos y nuevos lugares en los que construir una vida nueva. Para los padres puede convertirse en un momento complicado en sus vidas, difícil de asumir, llegando a sentir tristeza, soledad, vacío y sensación de incertidumbre, como si hubieran perdido la dirección de sus vidas. Estos sentimientos se mezclan con otras emociones positivas, como el orgullo por los hijos, incluso el alivio por poder, por fin, dedicarse a si mismos y a su pareja. Estas reacciones emocionales son normales ante lo que los padres viven como una pérdida, pero suelen ser pasajeras y van desapareciendo a medida que la familia se va adaptando a la nueva situación. 

Es preciso, en estos momentos, aprender a afrontar esta nueva realidad, acoplando los sentimientos positivos, con otros como la nostalgia y la pena de que tu hijo ya no viva contigo. Para esto hay que reconocer y aceptar que la pérdida produce dolor. Y aceptar el cambio de roles y de responsabilidades con una visión positiva, vivir el proceso de cambio como algo normal y darse tiempo para que cada uno se adapte.

Cada etapa de nuestra vida tiene ingredientes positivos, se trata de enfocar en ellos y no en lo que ha quedado atrás. Realmente esta etapa puede ser una oportunidad para desarrollar las actividades que durante la etapa de crianza de los hijos se dejaron de lado por falta de tiempo y para reinventar la relación con la pareja, comunicarse más, volver a ser amigos además de pareja, retomar los momentos íntimos y buscar actividades de ocio comunes. 

Construir nuestro presente y futuro con lo mejor de nuestras nuevas circunstancias, nos permitirá ser más felices







Cristina Enseñat Forteza-Rey
Psicóloga General Sanitaria
orientadora Familiar



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